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viernes, 14 de agosto de 2009

Tergiversación del catolicismo

Tergiversación del catolicismo

Leyendo la obra maestra del neo-fascista convertido cal catolicismo, Joseph Pearce me encontré con miles de ideas para escribir. Si bien este libro lo leí hace dos o tres años, cuando lo compre en Mendoza, Argentina, todavía me quedan ideas dando vuelta que no he escrito y quiero escribir, otras que son demasiado grandes para escribirlas, y la mayoría que las debe escribir alguien que sepa algo, no yo.

Siempre tuve la idea de que los libros no se rayaban, es más, desde que me empecé a comprar libros, hace unos ocho años no me gusta ni prestarlos, me carga que los doble o los tomen con las manos sucias, etc., pero más allá de eso, nunca puse un lápiz sobre un libro hasta que estaba leyendo este. ¿Por qué?, por la sencilla razón de que en este libro era tan grande – para mi, que cualquier libro sobre 200 es grande, y este que tiene 600 me tomó mucho tiempo – y como tal aparecen muchas, muchas y muchas ideas en él.

Que mejor que leer a Chesterton, y que mejor que leer una biografía sobre él, en que aparecen datos poco conocidos y escritos, cartas desconocidas para el público en general. Sus cartas con Maurice Baring, Ronald Knox, Hilaire Belloc, Bernard Shaw, etc.

En el capítulo titulado “La sombra de la muerte” Pearce nos muestra un pedazo de un artículo que G.K.C escribió cuando falleció San Pío X, el último Papa Santo de la Iglesia Católica (reconocido). El Papa falleció en 1914, casi diez años antes de que Chesterton se convirtiera al catolicismo.

En el texto hubo una frase que resaltó a mis ojos y me hizo comprender mejor como se debe hacer apologética. Luego de dar sus asombrosas paradojas en el texto sobre San Pío X, resaltando el hecho de que Melchiorre Sarto era un campesino y que los distintos grupos lo criticaban porque era campesino y lo alababan porque era campesino. Luego mostraba otra paradoja, mejor que la anterior

“… Innumerables periódicos liberales y tolerantes han señalado ya con la fuerza precisa y la delicadeza suficiente que el padre grande y bueno, ahora fallecido, tenía todos los prejuicios de un aldeano. Tenía el prejuicio de que la palabra mística “Sí” tenía que distinguirse de la expresión igualmente insondable “No”…”

Pero la frase que se iluminó fue la siguiente:

“Permitía que se estuviera de acuerdo o en desacuerdo con su doctrina pero no dejaba que se tergiversara.”

Esa es la premisa en que debería pensar todo católico cuando se ponga a discutir sobre su doctrina. Es más, y por ello obvio, esa debería ser la premisa de toda discusión religiosa. Es por ello que para tener poder discutir hay que tener claras las ideas que uno defiende, las ideas que uno considera verdaderas, antes de comenzar a discutir sobre ellas. Por eso lo mejor que uno puede hacer cuando le están preguntando algo que no sabe sobre este tipo de temas trascendentales es simplemente decir “No lo se, te lo contesto cuando lo sepa”, y no contestar cualquier cosa. Uno debe saber cuando callar, dicen que a veces la mejor respuesta es el silencio, y ello es verdad.

El Padre Sheen, por quien Martin Sheen adoptó su apellido, dijo que es tiempo de que los católicos aprendan realmente bien su doctrina, en todas sus partes, ya que si otros se arman para atacarnos, por qué no nos armamos nosotros para defendernos.

Por mi parte considero que es mucho mejor, en un principio, conocer mi propia doctrina, creer la verdad y vivir con ella como mejor pueda, y conocer esta verdad. Para por defendernos de otros mejor que conocer la religión de otro, por ejemplo un judío o un musulmán, es conocer la religión propia, la religión universal. No tengo por que descostrarle a la otra persona que está equivocada por esto o lo otro, mejor es demostrarle que dentro de mis creencias hay una coherencia que se sostiene por si sola.

Por eso, cuando escribo aquí o en otras partes, o cuando hablo de religión, lo que trato de hacer – últimamente, antes era más agresivo - es explicar lo que mi fe dice, plantea, establece, y no enojarme porque otro diga lo contrario y discutir hasta caer, es mucho mejor tratar de explicar lo que mi fe realmente plantea, y no lo que él cree que plantea.

En otro “post” di el ejemplo de una amiga que me decía que los católicos somos politeístas… porque creemos en los santos.

En fin, si vas a hablar de la fe católica primero tienes que estar seguro sobre el tema específico que estas hablando, y después fijarte que no tergiversen la verdad, que no te den peras por manzanas y corregir, explicarle a la otra persona que lo que plante al Iglesia no es eso, sino esto otro, y si no sabes la respuesta, pues hombre, discúlpate ante la persona y ante Dios y averíguala.

No me destaco por pensar mucho y cuando escribo lo hago algo rápido, por lo que si hay incoherencias en lo que acabas de leer te agradecería me criticaras en el comentario para poder arreglarlo. De tomas formas espero leerlo nuevamente y arreglarlo un poco. No se si se habrá entendido la idea principal, o si las ideas y afirmaciones secundarias fueron inconexas.

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