por Joseph Sobran
El siglo veinte se esta cerrando de una manera que pocos católicos esperaban. Luego de la Revolución Rusa de 1917, muchos Católicos se acostumbraron al pensamiento de que el Comunismo era el gran enemigo mundial de la Fe. Muchos papas condenaron al Comunismo en cuanto a sus principios; las apariciones reportadas de la Bienaventurada Virgen María en Fátima, aunque nunca tratadas oficialmente como revelaciones, nos ayudaron a alertarnos sobre los males del ateísmo Comunista; y por supuesto, el Comunismo en si mismo nos mostró rápidamente sus verdaderos colores con sus feroces persecuciones de Cristianos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la defensa de la Fe pareció decaer con la Guerra Fría.
Pero cuando el Comunismo colapsó al comienzo de esta década, nosotros los Católicos nos encoframos en una posición extraña. No nos pareció realmente que hubiéramos “ganado”. SI, nuestro abierto enemigo desapareció; pero mientras mirábamos alrededor, encontramos que la sociedad a la cual pensábamos estar defendiendo también había desaparecido.
Los Cristianos occidentales se encontraron viviendo en una sociedad “post-cristiana”, supuestamente democrática, donde el poder del estado estaba centralizado como nunca antes, mientras la influencia Cristiana estaba crecientemente siendo prohibida de la vida pública. Libertad, empequeñecida bajo muchos respectos, se expandió solo en un frente: la revolución sexual relajó nuestras obligaciones más básicas frente a nuestras familias. Facilidad de divorcio, anticonceptivos, pornografía, derechos de los homosexuales, y el aborto por demanda cambiaron el verdadero carácter de nuestras relaciones sociales.
Esta expansión de la libertad sexual pareciera estar en tensión con el crecimiento general del poder estatal. Pero de hecho, las dos modas estaban en armonía; eran dos aspectos del mismo fenómeno, que debe ser visto en conjunto para ser entendido. El termino “revolución sexual” no era una mera moda. Mientras los Católicos estaban preocupados con un enemigo foráneo, se encontraban ampliamente distraídos frente a la verdadera revolución que esta sucediendo en sus casas.
La transformación ya ha sido profunda. Deberes para con la familia, enmarcados en la sexualidad moral tradicional, han sido desplazados por los deberes para con el estado. Las ataduras a los cónyuges, a los padres y a los hijos se han vuelto cada vez más opcionales, mientras que las obligaciones con el estado (que por definición nunca son opcionales) se han vuelto cada vez más extensas.
Es por esto que el estado centralizado— llamarlo gobierno “federal” se ha vuelto impropio— en realidad ha promovido la revolución sexual, notablemente en fallos de la corte en los que se prohíben leyes estatales o locales contra el aborto o la pornografía. Mientras más débil la familia, más fuerte el estado. EL estado coordinadamente ha atacado las verdaderas células de la sociedad.
Esta nueva, sociedad occidental paganizada bajo el extensivo estado se hubiera vuelto en una sorpresa de mucho menor grado si hubiéramos puesto más atención a los dos grandes escritores Católicos Ingleses del período pre-Bolchevique. Hilaire Belloc y GK Chesterton lo vieron venir.
En 1912, Belloc predijo el levantamiento de una nueva forma de tiranía, a la que llamo “el Estado Servil” (“the Servile State”), ni capitalista ni socialista, en la que una parte de la población se vería forzada a soportar a la otra. No era siempre preciso en los detalles, pero estaba en lo correcto en cuanto a los principios. El vio que la estructura celular de la sociedad Cristiana estaba bajo ataque.
Chesterton estaba de acuerdo. Ambos hombres juntos resistieron el modernismo en cuanto a la religión, política, economía y arte. Celebraban los años de la Edad Media, pequeña propiedad privada, y sobre todo el Catolicismo. En un famoso epigrama, típicamente desafiante en su simplicidad, Belloc proclamó: “Europa es la Fe, y la Fe es Europa.” El principio social que sostenían (nunca a ser un sistema detallado (amounted)) era llamado Distributismo— el fomentar la propiedad de la forma más amplia posible, para que pocos dependan del estado o de los grandes negocios corporativos durante su vida. Tal propiedad, Belloc y Chesterton creían, que esta era la única base para la libertad Cristiana.
Su defensa de la propiedad está conectada con la apologética Católica por la cual son mejor conocidos. Pero la idea del Distributismo nunca logró gran apoyo; de hecho ha sido un problema incluso para quienes admiran a Belloc y Chesterton por su defensa a la Fe.
Esto esta muy mal, debido a que ambos hombres eran visionaros de lo que ahora llamamos “problemas sociales.” Chesterton escribió sobre ellos en muchos libros con tal ingenio, carisma y certeza que es una maravilla, a la vez que una lastima, que no sean más conocidos: What’s Wrong with the World, The Superstition of Divorce, y Eugenics and Other Evils. Los muchos libros de Belloc incluyen The Servile State y The Restoration of Property. Aunque carece de la tenue brillantez de Chesterton, él escribe con un poder hipnótico y una visión desafiante del mundo.
Ambos hombres fueron ampliamente— y con justicia— acusados de carecer de precisión histórica; como partidarios de la Europa Católica, hacen declaraciones terminantes (sweeping assertions) que son pocas veces sentimentales y algunas veces erradas en forma plana (flatly wrong). Pero si son poco confiables sobre el pasado, lo compensaron por haber sido remarcablemente confiables respecto del futuro. Y porque escribieron cuando la Guerra Fría todavía estaba a varios años, y ellos tienen un valor renovado para los Católicos ahora que la Guerra Fría es una cosa del pasado.
Joseph Sobranes un autor y columnista sindicalisado, a la vez que editor de SOBRAN’S, un periódico mensual de opiniones y comentarios (1-800-493-9989).
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Traducido por mi, si encuentras una falla, que seguramente encontraras, me avisas. Gracias
PD: Sacado de Catholic Net
El siglo veinte se esta cerrando de una manera que pocos católicos esperaban. Luego de la Revolución Rusa de 1917, muchos Católicos se acostumbraron al pensamiento de que el Comunismo era el gran enemigo mundial de la Fe. Muchos papas condenaron al Comunismo en cuanto a sus principios; las apariciones reportadas de la Bienaventurada Virgen María en Fátima, aunque nunca tratadas oficialmente como revelaciones, nos ayudaron a alertarnos sobre los males del ateísmo Comunista; y por supuesto, el Comunismo en si mismo nos mostró rápidamente sus verdaderos colores con sus feroces persecuciones de Cristianos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la defensa de la Fe pareció decaer con la Guerra Fría.
Pero cuando el Comunismo colapsó al comienzo de esta década, nosotros los Católicos nos encoframos en una posición extraña. No nos pareció realmente que hubiéramos “ganado”. SI, nuestro abierto enemigo desapareció; pero mientras mirábamos alrededor, encontramos que la sociedad a la cual pensábamos estar defendiendo también había desaparecido.
Los Cristianos occidentales se encontraron viviendo en una sociedad “post-cristiana”, supuestamente democrática, donde el poder del estado estaba centralizado como nunca antes, mientras la influencia Cristiana estaba crecientemente siendo prohibida de la vida pública. Libertad, empequeñecida bajo muchos respectos, se expandió solo en un frente: la revolución sexual relajó nuestras obligaciones más básicas frente a nuestras familias. Facilidad de divorcio, anticonceptivos, pornografía, derechos de los homosexuales, y el aborto por demanda cambiaron el verdadero carácter de nuestras relaciones sociales.
Esta expansión de la libertad sexual pareciera estar en tensión con el crecimiento general del poder estatal. Pero de hecho, las dos modas estaban en armonía; eran dos aspectos del mismo fenómeno, que debe ser visto en conjunto para ser entendido. El termino “revolución sexual” no era una mera moda. Mientras los Católicos estaban preocupados con un enemigo foráneo, se encontraban ampliamente distraídos frente a la verdadera revolución que esta sucediendo en sus casas.
La transformación ya ha sido profunda. Deberes para con la familia, enmarcados en la sexualidad moral tradicional, han sido desplazados por los deberes para con el estado. Las ataduras a los cónyuges, a los padres y a los hijos se han vuelto cada vez más opcionales, mientras que las obligaciones con el estado (que por definición nunca son opcionales) se han vuelto cada vez más extensas.
Es por esto que el estado centralizado— llamarlo gobierno “federal” se ha vuelto impropio— en realidad ha promovido la revolución sexual, notablemente en fallos de la corte en los que se prohíben leyes estatales o locales contra el aborto o la pornografía. Mientras más débil la familia, más fuerte el estado. EL estado coordinadamente ha atacado las verdaderas células de la sociedad.
Esta nueva, sociedad occidental paganizada bajo el extensivo estado se hubiera vuelto en una sorpresa de mucho menor grado si hubiéramos puesto más atención a los dos grandes escritores Católicos Ingleses del período pre-Bolchevique. Hilaire Belloc y GK Chesterton lo vieron venir.
En 1912, Belloc predijo el levantamiento de una nueva forma de tiranía, a la que llamo “el Estado Servil” (“the Servile State”), ni capitalista ni socialista, en la que una parte de la población se vería forzada a soportar a la otra. No era siempre preciso en los detalles, pero estaba en lo correcto en cuanto a los principios. El vio que la estructura celular de la sociedad Cristiana estaba bajo ataque.
Chesterton estaba de acuerdo. Ambos hombres juntos resistieron el modernismo en cuanto a la religión, política, economía y arte. Celebraban los años de la Edad Media, pequeña propiedad privada, y sobre todo el Catolicismo. En un famoso epigrama, típicamente desafiante en su simplicidad, Belloc proclamó: “Europa es la Fe, y la Fe es Europa.” El principio social que sostenían (nunca a ser un sistema detallado (amounted)) era llamado Distributismo— el fomentar la propiedad de la forma más amplia posible, para que pocos dependan del estado o de los grandes negocios corporativos durante su vida. Tal propiedad, Belloc y Chesterton creían, que esta era la única base para la libertad Cristiana.
Su defensa de la propiedad está conectada con la apologética Católica por la cual son mejor conocidos. Pero la idea del Distributismo nunca logró gran apoyo; de hecho ha sido un problema incluso para quienes admiran a Belloc y Chesterton por su defensa a la Fe.
Esto esta muy mal, debido a que ambos hombres eran visionaros de lo que ahora llamamos “problemas sociales.” Chesterton escribió sobre ellos en muchos libros con tal ingenio, carisma y certeza que es una maravilla, a la vez que una lastima, que no sean más conocidos: What’s Wrong with the World, The Superstition of Divorce, y Eugenics and Other Evils. Los muchos libros de Belloc incluyen The Servile State y The Restoration of Property. Aunque carece de la tenue brillantez de Chesterton, él escribe con un poder hipnótico y una visión desafiante del mundo.
Ambos hombres fueron ampliamente— y con justicia— acusados de carecer de precisión histórica; como partidarios de la Europa Católica, hacen declaraciones terminantes (sweeping assertions) que son pocas veces sentimentales y algunas veces erradas en forma plana (flatly wrong). Pero si son poco confiables sobre el pasado, lo compensaron por haber sido remarcablemente confiables respecto del futuro. Y porque escribieron cuando la Guerra Fría todavía estaba a varios años, y ellos tienen un valor renovado para los Católicos ahora que la Guerra Fría es una cosa del pasado.
Joseph Sobranes un autor y columnista sindicalisado, a la vez que editor de SOBRAN’S, un periódico mensual de opiniones y comentarios (1-800-493-9989).
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Traducido por mi, si encuentras una falla, que seguramente encontraras, me avisas. Gracias
PD: Sacado de Catholic Net
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