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viernes, 14 de agosto de 2009

La Amistad. C. S. Lewis

La Amistad. C. S. Lewis

Es un agrado tomar un libro ya leído para buscar partes de el que realmente nos gustaron y que no podemos esperar leer nuevamente, más agradable todavía es tomar el libro en cuestión y ver que tenemos marcado el o los párrafos que más nos gustaron al leerlo, por lo que podemos simplemente ir y leer tales párrafos.

En este caso me pasó con “Los Cuatro Amores” de C. S. Lewis. Escribir sobre este libro, como sobre muchas de las cosas que leo, es una tarea que supera mis capacidades, por ello solo intento compartir aquí algo que me llamó la atención, o algo que consideré simplemente hermoso y que creo que vale la pena compartirlo.

Ignacio Valente ha dicho que Los Cuatro Amores es el mejor libro sobre el Amor que ha leído, yo he leído muy poco, y como dice Lewis en su prólogo a El Problema del Dolor, quien este leyendo esto –o haya leído otras cosas por aquí- se dará fácilmente cuenta de cuan poco lo he hecho y cuan poco sé.

El siguiente texto los transcribo de la edición de la Editorial Andrés Bello , traducción de Paulina Matta 2001páginas 75 y 76

Aquí Lewis explica que la suma de amigos no resta a nuestra amistad con los que ya estaban sino que suma. El que en un grupo de amigos se sume otro, que cumpla con los “requisitos” para ser amigo de todos, hace que la amistad entre ellos crezca, y que cada uno de nosotros pueda ver una parte de la personalidad de un amigo que sin la presencia de este otro no podríamos verla.

El libro, publicado en 1960 en Inglaterra hace mención a Charles y a Ronald. Como muchos sabrán Charles es Charles Williams, un gran amigo de Lewis (no tanto de Tolkien) que falleció en 1945, y Ronald es este último John Ronald Reuel Tolkien.

Lamb ha dicho en algún lugar que si de tres amigos (A, B y C), A muriera, B pedería no solo a A, sino “la parte de de A en C”, mientras que C perdería no solo a A sino “la parte de A en B”. En cada uno de3 mis amigos hay algo que únicamente otro amigo puede hacer salir por completo. Por mí mismo, carezco de la capacidad suficiente para poner en actividad la totalidad de otra persona; necesito otras luces además de la mía para hacer visibles todas sus facetas. Ahora que Charles ha muerto, jamás volveré a ver la reacción de Ronald a una broma típica de Charles. Lejos de tener más de Ronald, de tenerlo “para mi” ahora que Charles ha partido, tengo menos d Ronald. De ahí que la verdadera Amistad sea el menos celoso de los amores. Dos amigos gozan de que se les reúna un tercero, y tres de que se les reúna un cuarto, con solo que el recién legado esté calificado para convertirse en un verdadero amigo. Entonces pueden decir, como dicen las almas bienaventuradas en Dante, “He aquí que llega uno que aumentará nuestros amores”. Desde luego que la escasez de almas afines –por no mencionar las consideraciones prácticas sobre el tamaño de las habitaciones y la perceptibilidad de las voces- pone límites a las ampliación del círculo; pero dentro de esos límites poseemos a cada amigo no menos, sino más, conforme aumenta el número de aquellos con quienes lo compartimos. En esto, la Amistad muestra una gloriosa “cercanía por semejanza” con el propio Cielo, donde la misma multitud de los bienaventurados (que ningún ser humano puede contar) aumenta el goce de Dios que cada uno de ellos tiene. Pues cada alma, viendo al Señor a su manera, indudablemente comunica esa visión única a todo el resto. Tal es la razón, die un viejo autor, de que en la visión de Isaías los serafines se canten unos a otros “Sano, Tanto, Santo” (Isaías 6, 3)- Así, mientras más compartamos el Pan Celestial entre nosotros, más tendremos.

Creo que esto le ha pasado a todo el mundo. Cuando uno está con su grupo de amigos cercano, sus mejores amigos, dependiendo quienes de ellos estén la conversación va a ir a de un lado a otro, y cada quien le agrega su propio sello a esta. Si a uno le gusta jugar con ironías, es muy probable que a otro no le gusten estas pero las reacciones que ellas provocarán en él solo las podremos ver si están ambos presentes, pero, como lo dice el anglicano, si falta A no podré ver lo que B hacía salir de A, las reacciones que A tomaba frente a una típica broma de B, y es por ello que tenemos menos a A de lo que pensábamos, y no más de él.

Para leer sobre la amistad yo recomiendo mucho Los Cuatro Amores de Lewis, y hace algunos meses tuve a fortuna de encontrarme con Julián Marías en la Universidad, con un libro su yo, obviamente, que, creo, que se llamaba La Persona Humana, o algo así, donde toca el tema de la Amistad de un forma también muy amena, espero pronto ir a arrendar tal libro, porque comprarlo por acá es imposible, para poder escribir algo sobre sus ideas de la amistad, que cuando lo leí lo encontré genial. También recomiendo a Frankl y Enrique Rojas.

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